Por: José Miguel Villaverde Salazar
“Josechu”, así lo llamaban los amigos, era un chico serio y muy estudioso que amaba los juegos y también ir a la Iglesia con su grupo. Cierto día, cuando “Josechu” tenía ocho años, conoció a un joven sacerdote recién ordenado: Santiago Alberione. Años después, “Josechu”, ya José Giaccardo, con ayuda de este padre, ingresó al seminario. ¿Quién diría que este jovencito sencillo y de ideas claras, en 1917 ingresaría a la naciente Sociedad de San Pablo de la cual sería su primer sacerdote y vicario general? Así son las cosas de Dios.
No fueron fáciles los primeros años, pero José confiaba en el Divino Maestro y el llamado que Él le había hecho al Padre Alberione, tenían que comenzar una obra nueva en la Iglesia y había que trabajar, dejar la sotana sólo para las oraciones y misas y ponerse el traje de trabajo para entrar en la imprenta o tomar una máquina de escribir para predicar desde allí. Bajo la protección de María Reina de los Apóstoles comenzó la aventura. Años después, según costumbre de la época, José, por la profesión religiosa, tomará el nombre de Timoteo, como el discípulo más fiel de san Pablo.
Los años pasaron y comenzaron nuevos trabajos: la fundación de la comunidad de paulinos en Roma (la segunda de nuestras casas), el acompañar a las congregaciones femeninas que nacían, la formación de los jovencitos. Don Giaccardo (“Josechu” para los amigos) era para ello la mano derecha del Fundador, quien llegó a decir: “Me fío más de él que de mí mismo”. Toda esta vida entregada fue un esfuerzo constante, entrenándose en la obediencia y en la fidelidad creativa, siendo paulino pionero, hermano modelo y sacerdote entregado.
El 24 de enero, tras unos días difíciles y luego de haber ofrecido su vida al Señor por la aprobación de la congregación de las Pías Discípulas del Divino Maestro, Don Giaccardo se fue al Cielo, a hacernos un espacio y para interceder por los nuevos paulinos. Fue beatificado por Juan Pablo II en 1989. Hoy, Don Giaccardo nos es ejemplo de fidelidad, de paulinidad vivida al 100%.
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