El sacerdote es el blanco de todas las miradas, opiniones y chismes. Como no es "monedita de oro", es imposible que agrade a todos.
Él es un ser humano como tú y como yo. Pero con la gracia de Dios ha encontrado la fuerza para dedicar su vida a anunciar a Cristo y actuar como un “embajador de Cristo”, como diría san Pablo. Esto significa que él predica la palabra a tiempo y a destiempo; él representa a Cristo en aquellos momentos en que Él está sacramentalmente presente…
Para muchos, un Sacerdote…
Si es gordo, ha de ser un tragón; si es flaco ni para comer es bueno.
Si es viejo, no nos comprende; si es joven, ¡ése qué me va a enseñar!
Si es alegre, ni parece padre; si es serio, es muy enojón.
Si es guapo, ¡qué desperdicio!; si es feo, ¡con razón se metió de cura!
Si es moreno, lo quieren blanco; si es blanco, ¡se cree de sangre azul!
Si es comprensivo, no tiene carácter; si es rígido, ese padre no tiene sentimientos.
Si fuma o toma, es un vicioso; si no lo hace, ¿es que no es hombre?
Si canta bien, es un vanidoso; si canta mal, mejor que se calle.
Si es activo, no nos deja descansar; si es tranquilo, éste no es como el que se fue.
Si visita a las familias, es muy amiguero y ¡nunca está en la parroquia!; si no sale, ¡es que no se preocupa por buscar a las almas perdidas!
Si va con los ricos, se quejan los pobres; si va con los pobres desprecia a los ricos.
Si trata más a los hombres, se quejan las mujeres; si atiende a las mujeres, lo critican los hombres.
Si convive con los niños, ¿no abusará de ellos?;
Si toca algún instrumento musical, es un disipado; si no toca ninguno, es un bueno para nada.
Si nos cae mal, se juntan firmas para que lo cambien… Cuando se va, se juntan firmas para que se regrese, porque el nuevo es peor que el anterior.
Pero, usted, ¿cómo quiere que sea su sacerdote?
El sacerdote está hecho del mismo barro que usted, es un espejo de las virtudes y defectos de su familia y del ambiente de su tiempo. Pida a Dios que no sea como a usted le agrade, sino como lo necesita la Iglesia.
1 Corintios 4, 9-13: “Pienso que a nosotros, los Apóstoles, Dios nos ha puesto en el último lugar, como condenados a muerte, ya que hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, para los ángeles y los hombres. Nosotros somos tenidos por necios, a causa de Cristo, y en cambio, ustedes son sensatos en Cristo. Nosotros somos débiles, y ustedes, fuertes. Ustedes gozan de prestigio, y nosotros somos despreciados. Hasta ahora sufrimos hambre, sed y frío. Somos maltratados y vivimos errantes. Nos agotamos, trabajando con nuestras manos. Nos insultan y nosotros les deseamos el bien. Padecemos persecución y la soportamos. Nos calumnian y consolamos a los demás. Hemos llegado a ser como la basura del mundo, objeto de desprecio para todos hasta el día de hoy”.
Y a propósito…
¿Cuántos minutos de su día dedica para orar por sus sacerdotes?
¿Sabía usted que ellos necesitan más de una oración que de una crítica?
¿Necesitamos quererlos como son? ó ¿que sean como queremos?
Dios los eligió por alguna razón que nosotros no podremos comprender.
¡Adopta un Sacerdote y comienza a orar por él, porque es lo que más necesitan en su dura vocación! Ah… y si conoces a algún seminarista y puedes ayudarlo (en todos los sentidos), sólo hazlo.
Recuerda algo, el enemigo piensa así: la forma más fácil de acabar con el rebaño es acabando con el Pastor Por: on.fb.me/10IHpq5 [adaptación]
Todos los día oro por los Sacerdotes y los amo.
ResponderEliminarDe sobra se que no son sacerdotes por mérito propio,pues la Misericordia de Dios, no obedece a las estadísticas.
Quiero que sean como Dios quiere que sean.
Espero que a pesar de sus muchas debilidades, sean siempre esclavos de la Verdad, llevando una vida congruente.
No espero que sean perfectos, pero si menos corruptos que cualquier político;sólo eso espero de un sacerdote.
En comunión de oraciones.
Connie Alvarez.