El pontificado es el ministerio al igual que el sacerdocio dado por Dios, en el que la única ley que debe imperar despóticamente es el amor. Santos en la Iglesia Católica hemos visto en nuestros tiempos, SS Juan Pablo II, SS Benedicto XVI, y hoy a quien conmemoramos en sus cien días de pontificado SS Francisco.
Al igual que San Francisco de Asís el Papa ha mostrado que no sólo con palabras un cristiano debe trasmitir a Cristo, también con las obras y actos; el cristianos como el profeta debe sí anunciar, pero también denunciar aquellos actos de lobos malvados que atentan contra el redil, las ovejas, la dignidad, contra el mismo ser. Sabiendo que “la dignidad no es la que da el poder, el dinero, la cultura. La dignidad nos la da el trabajo, y un trabajo digno” un trabajo de amor en medio “sistemas sociales, políticos, económicos que han hecho que ese trabajo signifique aprovecharse de la persona”.
Palabras como “quiero una Iglesia pobre y para los pobres” son sólo el indicio de un pontificado que ha revolucionado la Iglesia Católica, una Iglesia que a ejemplo del apóstol San Pablo se hace una con todos, para así ganarlos para Cristo. Saliendo de nosotros mismos para ir al encuentro de los más necesitados, de los marginados de aquellos que están alejados del redil de Jesucristo.
Es la conmemoración de un pontificado que está “en favor de la dignidad del ser humano”. Nuestra principal preocupación como Iglesia Católica debe ser la persona, sus valores, su integridad, cuidar del ser humano aún con nuestra propia vida, sabiendo que Dios es nuestro Padre. Llevando a todos los bautizados y no bautizados el anuncio del Evangelio con coraje “incluso sin seguridad y entre persecuciones”.
Dios ha estado, está y estará acompañándonos en nuestro recorrido que conduce a donarnos por los demás, a gastarnos y desgastarnos en el anuncio de la Palabra de Dios. Llevando como provisión al Espíritu Santo, que viene a nosotros para darnos las palabras y el aire para ser constantes en la predicación, la evangelización y el anuncio del Reino de Dios. Por: Nov Farud Bríñez ssp.
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