Son muchas las veces en las que nos cuestionamos sobre la grandeza del hombre, sobre su papel en el mundo, sobre cómo podemos implantar en la historia un recuerdo de nosotros, bien por un suceso bueno o no bueno que hagamos.
Desde la antigüedad hasta la actualidad hemos creado o han nacido íconos, celebridades y para algunos ídolos, que a nuestra manera de pensar son grandes. En la música, en el arte y en tantas materias ha habido y hay personas que se destacan y que nosotros resaltamos por su pensamiento o por aquello que nos marcó en nuestra vida.
Un personaje conocido por el mundo entero es Albert Einstein, un judío nacido en Alemania y exiliado en los Estados Unidos, famoso por su teoría de la relatividad entre otras. Albert Einstein fue una persona que desarrolló su carrera basado en su creencia en Dios y uno de los pocos científicos que reconoce que esta "sopa cósmica" fue creación de Dios.
Esta personalidad expresó lo siguiente "El hombre solo es grande cuando esta de rodillas", y que bien podemos agregarle “ante Dios”. Ponernos de rodillas o reclinarnos remite inmediatamente a la experiencia religiosa de Dios. Así puede ser signo de súplica, de alabanza, de agradecimiento, o de la petición que queramos hacerle. La grandeza humana sólo reside en Dios. Como seres humanos podemos llegar a grandes cosas, aun pensando que son méritos humanos, pero aquella “sopa cósmica” de la que habla Einstein, personaje de talla mundial, pensador, es precisamente eso, la creación que no puede producir un humano, que tiene que venir de una divinidad, así mismo, nuestra grandeza viene de un Ser Supremo lleno de bondad y amoroso.
Dios ha estado desde la creación del mundo hasta cada acontecimiento que el hombre realiza, mostrándonos su omnipresencia y omnipotencia para con el mundo.
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