Vivimos en un mundo constituido aproximadamente por 7,050 millones de personas, con diversidad de culturas, pensamientos, lenguas, razas., un mundo en el que cabemos todos como lo que somos seres humanos integrales, con deberes y derechos a cumplir en el tiempo y el espacio que estemos.
Así como hay multiculturalidad en este gran espacio que es el mundo, también hay diversidad de religiones, cada quien cree en lo que a su parecer y desde su convicción debe hacerlo. Mi propuesta gira en torno a la constitución del ser humano como ser, materia y forma que ha venido al universo con un propósito quizá trazado por una divinidad o porque estando en el mundo piensa desarrollarse por sí mismo.
Pero más allá de todo esto, de lo que pensemos y creamos en natural que vinimos al mundo no por nuestros propios medios, ni por mérito nuestro, sino porque hay algo más, algo que nos sobrepasa. Dios ha estado, está y estará en la vida del ser humano para mostrarse como soberano, que aunque no sensible es la explicación de la misma naturaleza y del ser humano.
Venimos al mundo para algo, ese algo en este escrito lo llamaré «vocación», ¿qué es esto? La vocación que aunque se utiliza en los distintos sectores sociales y profesionales es un quehacer en el que ejercitamos nuestro ser con el hacer, en el que conectamos aquello que somos con lo que queremos. Existen múltiples labores en la sociedad, personas que se capacitan, especializan, estudian en una o en diversas materias, ciencias, con el fin de desarrollarse como persona, pero también para cooperar y servir a los demás.
Es grato saber que se colabora a los demás y a la sociedad desde nuestros propios conocimientos, esto es la vocación. Así mismo, también hay una «vocación» conocida como vocación al orden sacerdotal o religioso. Personas como todas las demás, dotadas de carne y hueso, con sentimientos, y los demás elementos que componen al ser humano optamos por hacer un discernimiento y posteriormente un seguimiento consciente del servicio a los demás por medios de la consagración religiosa.
Sin querer agregar más cosas, quisiera decir que la vocación en su esencia de servicio coopera con el misterio de la salvación trazado para el ser humano. Lo que importa es hacer aquello que nos gusta, hacerlo con gusto. La vocación desde un plano social o religioso debe llevar a la cooperación, a la colaboración, al servicio de los demás. «Dios quien quiere es a ti» un ser humano que se siente a gusto con su labor. Y así cuando sirves a los demás, quien sirves es a Dios. Por: Nov. Farud Bríñez.
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