miércoles, 13 de febrero de 2013

¿Qué cenizas quieres para mí, Señor?

Por: José Miguel Villaverde
En el camino hacia la Pascua, la Iglesia propone el tiempo de Cuaresma, por medio del cual, el Pueblo de Dios se encamina con y en Cristo para llegar al corazón del año litúrgico y de la propia fe: el Triduo Pascual contemplando a Cristo muerto y resucitado.

La Cuaresma es entonces, para toda la Iglesia, un tiempo muy valioso de preparación y oportunidad para sumergirse en el conocimiento y la experiencia viva del amor del Padre, animada por palabras y actitudes claves como la oración, el ayuno, la limosna, la reconciliación, la penitencia, el camino por el desierto de la vida, siendo así un tiempo rico en significados, celebraciones, propicias para el encuentro con Dios.

Por tanto, es necesario, en el itinerario cuaresmal, vivir personalmente y en comunidad todo cuanto en este tiempo se nos propone, y aprovechar diligentemente todo lo que en este tiempo de gracia se nos otorga para adentrarnos más en el misterio del amor divino y vivir con creciente entusiasmo y madurez espiritual los momentos cruciales de la historia de la salvación, celebrados en el llamado Triduo Pascual.

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