En los últimos días, desde la renuncia del Papa hasta hoy, he leído y visto muchas noticias, videos, comentarios y entradas de blog sobre el Cónclave y el próximo Papa. Me he encontrado con pronósticos, cábalas, información, catequesis, augurios, descripciones, hipótesis, teorías y tantas suposiciones. Entre todo este amasijo -de cosas positivas y negativas- brillaba una perla que no había visto antes. Eran los 53 segundos de un video en el cual unos niños nos recordaban la cosa más importante de todas: “Mi corazón ya está contigo, Santo Padre”.
No he leído todo el mar de tinta (electrónica) que hemos derramado en estos días, pero en lo que he podido leer, me sorprende cuan poco presente he encontrado este mensaje. Estos 53 segundos de video pueden servirnos a todos como un hermoso recordatorio de que el amor y la fidelidad de un católico hacía el Santo Padre no pone condiciones de raza, país, edad, ideas o cuanto cálculo humano podamos hacer.
Sinceramente no pienso que hablar de cardenales “papables” o generarnos ilusiones sobre el nuevo Papa sea algo malo, al contrario, me parece positivo, habla de personas que están involucradas con la Iglesia; sin embargo, nuestra obediencia, amor y fidelidad al Papa no tienen causa ni origen en algún factor humano, sino en el hecho que el Santo Padre es el Vicario de Cristo en la tierra; como dicen los niños: “El mismísimo San Pedro”, aquel que recibió las llaves del Reino no por su basta cultura ni por su aguda inteligencia, tampoco porque era capaz de hablarle a los romanos de igual a igual, y mucho menos porque era el mejor líder o el más fiel, ¡ni siquiera era el más santo! Recibió las llaves del Reino porque Jesús así lo quiso. Él lo eligió y en ese acto de voluntad se esconde el único fundamento de nuestra fidelidad incondicional al Papa.
El video termina con la promesa de celebrar una fiesta por un Papa que aún no conocemos. Cuidado con los muchos cálculos humanos en estos días. No vaya a ser que de no quedar satisfechos, terminen por aguarnos esta hermosa fiesta.
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