Una pregunta que algunos se hacen es la siguiente: ¿por qué debo confesarme?, ¿qué beneficios saco?, ¿por qué debo decirle a un hombre mis pecados? Normalmente estas preguntas las hacen fieles con una deficiente formación y educación católica, que poco o nada frecuentan los sacramentos, o bien, que acuden a misa por rutina.
Explicar la doctrina del sacramento de la reconciliación no es mi objetivo; más bien lo que quiero es tocar otro aspecto del sacramento que pocas veces consideramos. Pero antes de comenzar contaré una anécdota. Estando en el confesionario se acercó una persona que por el acento era norteamericano; sinceramente me extrañó un poco, pues los norteamericanos normalmente son protestantes, sólo una minoría son católicos… Él comenzó a hablar y a confesar sus penas, todo iba bien, hasta que en cierto momento me dijo: “soy protestante”.
Admito que me desconcerté un poco, pasada la sorpresa, y digamos con fines pastorales, no quise interrumpirlo y continué escuchándolo. Una vez que se retiró, me pregunté, ¿por qué este hombre se quiso confesar?, ¿por qué no buscó un pastor para que lo escuchara? Puedo imaginar un millón de cosas, lo cierto es que la reconciliación, sigue siendo de utilidad y es frecuentada aunque parezca raro, hasta por protestantes.
En más de una ocasión me he preguntado: aparte de los beneficios del sacramento, ¿qué utilidad humana dará el sacramento? Realmente no es difícil darse cuenta de su ello.
Efectos de la confesión
El sacramento, para entendernos, es un encuentro en dos niveles. El primero y más importante es el sacramental: penitente-sacerdote que actúa “in persona Christi” y el nivel humano persona-persona. Del primero mucho se ha dicho, en cambio del segundo se comenta poco.
El segundo es un encuentro entre dos seres humanos… Lo primero que encontramos es la necesidad del ser humano apoyado, escuchado, comprendido, reconfortado. Aunque parezca paradójico como psicólogo debo poner mucho esfuerzo para ganarme la confianza de un paciente; pero como sacerdote, la confianza, digamos, es automática. Los fieles siguen acudiendo al sacramento.
El ser humano al sentirse apoyado, puede fácilmente salir de una crisis, esto lo digo porque cuando un fiel busca la reconciliación no trae únicamente sus pecados; en muchas ocasiones llega cansado y angustiado por los problemas de la vida. Aun cuando parezca muy simple, aun cuando el confesor se concrete a escucharlo, sin hacerle ninguna recomendación, la persona por el sólo hecho de ‘vaciar’ su conciencia, se siente libre. Y en más de una ocasión es lo que buscan muchas personas, que alguien las escuche sin juzgarlas.
Otro efecto de la reconciliación es el amor de Dios. No desde el punto de vista sacramental, sino desde el deseo, necesidad y urgencia de sentirse amado, que alguien lo ama sin juzgarlo, ni condenarlo, solamente lo ama.
Algunos beneficios de la confesión
Si a esto añadimos los consejos del sacerdote, aumentan los beneficios que el sacramento proporciona al ‘penitente’, repito únicamente desde el punto de vista humano.
Con el aumento de los medios de comunicación se amplía la confusión entre los fieles. Los medios bombardean tanto que en vez de educar confunden a las personas. Así pues, la reconciliación ayuda a salir de esta confusión. No me estoy refiriendo a grandes consejos propios de la dirección espiritual o consulta psicológica, sino a esas pequeñas palabras que el sacerdote suele decir durante la confesión. Aunque parezca curioso una simple palabra ayuda mucho a quien busca la reconciliación.
Es preocupante el hecho de que haya personas que desconozcan los beneficios tanto espirituales como psicológicos de la confesión. Muchas de ellas se resisten ante el sacramento utilizando el pretexto de que “piden perdón directamente a Dios”. Si se detuvieran un momento a reflexionar, caerían en cuenta que, aparte del perdón de Dios, el sacramento les da otros beneficios en el campo meramente humano.
¿Es obligatorio confesarse?
Aunque parezca extraño, ¿quién dijo que es obligatorio confesarse?
Es mi condición de pecador arrepentido y sus efectos psicológicos, lo me obliga a acudir a la reconciliación para poder disfrutar de lo dicho anteriormente. Por: P. Gustavo Andrade Nava, SSP | www.sanpablo.org.mx
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