"El amor puede acabar con cualquier conflicto", aseguró este martes en una entrevista con EFE Angélique Namaika, la religiosa congoleña galardonada recientemente con el premio "Nansen para los Refugiados", que concede cada año la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
"Es el amor el que da ánimos a las personas para seguir adelante, el que les ayuda a sonreír de nuevo después de sufrir atrocidades", indicó Namaika, que desde hace diez años trabaja para devolver la vida normal a mujeres víctimas de la violencia de milicias armadas en la República Democrática del Congo.
A través de su Centro para la Reintegración y el Desarrollo, en la provincia de Dungu, al noroeste del país, la hermana Namaika ha ofrecido ayuda psicológica, formación profesional y experiencia laboral a más de 2.000 mujeres y niños víctimas de la violencia de grupos armados en el país.
"Yo vi la importancia de las mujeres, del trabajo que hacen y el papel que cumplen en el mundo", aseguró la congoleña, que indicó que con su apoyo busca, ante todo, facilitar su autonomía. "Si la mujer no es autónoma va a sufrir, sin duda, toda suerte de atrocidades", explicó.
La región noroeste de la República Democrática del Congo alberga en la actualidad unos 320.000 desplazados, según cálculos de ACNUR, que se han visto forzados a huir debido a la violencia de grupos armados, como el ugandés Ejército de Resistencia del Señor.
Para Namaika, el trabajo con las mujeres víctimas de esta violencia es un pasaporte, a largo plazo, a un Congo sin conflicto, pues las mujeres juegan un papel fundamental en la educación de los hijos, por lo que ayudarlas asegura una segunda generación sin rastro de la violencia.
"En la madre que está traumatizada, que ha sufrido abusos sexuales, los hijos leen todos los días la tristeza de su mirada. Pensemos que estos niños van a crecer, ¿y con qué? Van a portar también esa imagen de lo que han visto cada día", explicó. "Así la violencia va a continuar", afirmó Namaika, que indicó que la transmisión de este dolor de madres a hijos hace que el conflicto se perpetúe entre generaciones.
Preguntada por la violencia en la República Democrática del Congo, Namaika se mostró optimista, porque "siempre hay esperanza". "En nuestra casa se vive esperanza: a nuestras mujeres les dimos la esperanza de poder seguir viviendo", añadió.
Tras recibir el premio Nansen en Ginebra, Namaika ha comenzado una gira por las principales capitales de Europa, que la ha llevado a ser recibida por el papa Francisco, a reunirse en Bruselas con la reina de Bélgica, Matilde, y a viajar a Amsterdam. EFE Agency
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