En un pueblito de zona rural, se produjo una larga sequía que amenazaba con dejar en la ruina a todos sus habitantes debido a que subsistían con el fruto del trabajo del campo. A pesar de que la mayoría de sus habitantes eran creyentes, ante la situación límite, marcharon a ver al párroco y le dijeron:
‒ Padre, si Dios es tan poderoso, pidámosle que envíe la lluvia necesaria para revertir esta angustiante situación.
‒ Está bien, le pediremos al Señor, pero deberá haber una condición indispensable.
‒ ¡Díganos cuál es!, respondieron todos.
‒ Hay que pedírselo con fe, con mucha fe, contestó el sacerdote.
‒ ¡Así lo haremos, y también vendremos a Misa todos los días!
Los campesinos comenzaron a ir a Misa todos los días, pero las semanas transcurrían y la esperada lluvia no se hacía presente. Un día, fueron todos a enfrentar al párroco y a reclamarle:
‒ Padre, usted nos dijo que si le pedíamos con fe a Dios que enviara las lluvias, Él iba a acceder a nuestras peticiones. Pero ya van varias semanas y no obtenemos respuesta alguna...
‒ Hijos míos, ¿han ustedes pedido con fe verdadera?
‒ ¡Sí, por supuesto!, respondieron al unísono.
‒ Entonces, si dicen haber pedido con fe verdadera... ¿por qué durante todos estos días ni uno solo de ustedes ha traído el paraguas?
Moraleja: La mayoría de las veces nos cansamos de pedirle al Señor que nos bendiga, que nos ayude a conseguir empleo, que nos ilumine para ver nuestros proyectos realizados con éxito, etc; sin embargo, debemos detenernos un poco y preguntarnos si realmente creemos que puede y que quiere ayudarnos.
Con frecuencia, nuestra fe es muy débil, hasta los psicólogos nos dicen que cuando no creemos que podemos, no logramos nada. La invitación es para que en este año de la fe, pidamos, creamos, tengamos fe en Dios, en nosotros mismos, en los demás… creamos que Dios nos ama y que ´todo lo podemos en Él que nos fortalece´. Fuente: Aci Prensa
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